miércoles, 21 de enero de 2015

Yoga y Niños

Si hay alguna actividad que pueda ser realizada por cualquier persona y a cualquier edad, sin lugar a dudas, es el Yoga. No importa la condición, no importa la edad, porque el Yoga es como un traje realizado a medida, siendo éste el que debe ser adaptado a la persona y no al contrario. Esto es lo que os enseñará siempre un/a buen/a profesor/a de Yoga. Desde la verdad, desde la aceptación... y ¿cuál es la verdad de los niños?, pues ni más ni menos que justamente esa: que son Niños y que deben de comportarse como tales, por lo que deberán pasar la mayor parte de su tiempo jugando.


Así es como el Yoga se adapta a la evolución del niño y se torna juego, investigación, imitación, naturalidad... En el Yoga Infantil los profesores también volvemos a ser un poco niños, sacando a nuestro peque interior y participando de sus risas y juegos. Les enseñamos a mostrarse tal cual son, sin temor a ello... Esto parece una incongruencia porque los niños, niños son, pero si pensamos fríamente y analizamos el día a día de los niños, nos damos cuenta de que se pasan la mayor parte de su día en el colegio, sentados, sujetos a unas normas. Sólo disponen de unos 30 minutos de recreo para hacer lo que corresponde a un niño: jugar. A partir de cierta edad el sistema educativo les lleva a continuar su "formación académica" con deberes y estudios en casa. De esta forma, la jornada de un niño entre clases y deberes, e incluso algunos con actividades extra escolares, se convierten en maratonianas, siendo muchas más las horas que dedican los niños a su "formación" que muchos de los adultos a su "trabajo". Pero es que además, muchos niños comen en el colegio y otros muchos, llegan al colegio antes de las nueve de la mañana porque sus padres entran antes a trabajar y no tienen más remedio que dejarles en las "escuelas matineras", que suelen llamar por esta zona. Ahora analicemos con todos estos datos ¿cuánto tiempo disponen los niños para ser niños, para jugar?.


El Yoga respeta y reconoce al individuo en todas sus facetas, no sólo en su parte física, también en su parte mental y espiritual. Por ello cuando llegamos a una clase de Yoga Infantil, nos disponemos a jugar, a reír, a saltar y a divertirnos, a cantar y bailar, cuidando de esa parte tan importante como es la imaginación.

Pintaremos, bailaremos, nos disfrazaremos... Podemos entrar en un cuento, ser los protagonistas de una historia, convertirnos en animales o en plantas y desarrollar e hilvanar partes de un relato en el que sólo tendremos una norma: el respeto, por nosotros mismos y por nuestros compañeros.


La naturaleza es muy sabia y nosotros somos parte de ella, aunque a muchos parece que se les haya olvidado. Observando podemos aprender mucho... así el gato nos enseña cómo ser flexibles, el árbol a crecer desde una base firme y enraizada dejando que el aire mezca nuestras hojas y el sol nos acaricie, el guerrero a ser fuertes y seguros de nosotros mismos, la tortuga a recogernos hacia nuestro interior y descubrir que guardamos...

Es increíble ver en los niños la forma natural con que integran a la perfección los asanas de Yoga. Es como si fuera parte de ellos, y con un mínimo recuerdo, aflorara a la superficie. Os sorprenderán de pronto, el cualquier momento o lugar, respirando con su manitas juntas y los ojos cerrados, cantando un OM, construyendo algún asana o cantando un mantra. Muchos de ellos esperan su clase de Yoga semanal sabiendo que en la sala serán ellos mismos y que nadie les juzgará, porque todo está bien en ellos.

Algún día tal vez esta sociedad se dé cuenta de la importancia de cuidar a nuestros niños como seres completos que son e introducirá una educación emocional y espiritual en el sistema educativo, introduciendo el Yoga como parte fundamental en los colegios. Es una suerte hoy en día, encontrarse con algún colegio que así lo tiene ya establecido, aunque ciertamente son los menos.

Con el Yoga los niños aprenden a estar, a conocer y a controlar su cuerpo. Trabajan la respiración y controlan el sistema nervioso. Les ayuda a tener una buena higiene postural. Les aporta fuerza, equilibrio, movilidad, flexibilidad... Desarrolla sus músculos motores. Controlan mejor sus emociones, por lo que llevarán mejor las situaciones de estrés, nerviosismo, enfado, ira, frustración. Aprenden a relajarse. Mejoran notablemente su concentración, ya que el Yoga aporta consciencia. Canalizan mejor su energía. Eleva su autoestima, por lo que crecen sintiéndose seguros de ellos mismos. Les ayuda a desarrollar su imaginación, creatividad, pero también atención, memoria. Mejoran su interacción con el entorno.

Sin duda alguna introducir a los niños en el Yoga será un gran regalo que les podrá acompañar durante toda la vida.

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2 comentarios:

  1. En el cole de Peque hacen quince minutos de "interiorización", que le llaman (meditación adaptada), y la mujer que empezó la escuela es maestra zen. A ver si con el tiempo encuentro un sitio para hacer Yoga y engancho a mi churumbel. :)
    Muas!

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    Respuestas
    1. Pero, ¿cómo se me pasó este comentario?...

      Menos mal que sé de ti por otras vías. Ya ves que con el tiempo también tú disfrutas de tu práctica de yoga. Estaba claro que también te atraparía. Feliz de que sea así.

      Muchos Besotes!!!.

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